Stories

Programa

Francisco Tárrega (1852-1909)

José Ferrer y Esteve (1835-1916)

Fernando Sor (1778-1839)

Julian Arcas (1832-1882)

Juan Parga (1843-1899)

Dimitri van Halderen, guitarra.

Musicstry Studios. TRT^® sound (calibración 2.4b). Grabado: 8, 22 Febrero y 15 Marzo 2014. Publicado: 23 Enero 2020. Guitarra: Kevin Aram (2011). Fotografía: Ljalja van Halderen. Notas: Dimitri van Halderen. Productor: Mario Martínez. PC13002 ℗ & © 2021 Play Classics.

Notas al Programa

Cada obra musical cuenta una historia. Unas nos hablan de las influencias del compositor; otras, sobre algún episodio importante de su vida o sobre su herencia cultural, pero la historia siempre está ahí.

La figura de Tárrega está rodeada de multitud de historias, pero mi favorita es, sin duda, la recogida en la biografía de Pujol. El profundo amor que Francisco Tárrega sintió por la guitarra explica su virtuosismo. Cuando no componía, transcribía, practicaba o enseñaba, solía tocar hasta altas horas de la madrugada para aquellas personas que estuvieran en su casa. Estos conciertos privados, que también incluían improvisaciones, adquirieron gran fama y brindaron la oportunidad de escuchar al Maestro a todos los guitarristas que visitaban Barcelona. Incluso cuando un mendigo llamaba a su puerta pidiendo limosna, Tárrega le invitaba a pasar y tocaba para él. Tárrega fue, pues, una persona muy querida; tanto que, al final de su vida, cuando comenzó a sufrir serios problemas de salud, los mendigos le seguían desde la distancia durante sus paseos diarios por si el Maestro pudiera necesitar asistencia.

Aunque su música no recoge estos hechos de forma explícita, en las mejores piezas de Tárrega sí podemos sentir su amor por la guitarra en la manera en que hace cantar cada nota al instrumento.

José Ferrer y Esteve fue contemporáneo de Tárrega y ambos coincidieron en Barcelona. Ferrer y Esteve era más conocido como profesor que como compositor y la mayoría de sus obras tiene una clara naturaleza pedagógica. Sin embargo, sus mejores piezas poseen un carácter único. Charme de la Nuit parece expresar la atmósfera tranquila de una cálida noche española; la Balada, sin embargo, es más virtuosa y extrovertida.

La Fantasía Elegiaca de Fernando Sor es la última gran obra que escribió para guitarra. Está dedicada a Charlotte Beslay, la esposa de un oficial de quien poco se sabe. No conocemos el tipo de relación que Sor mantuvo con Charlotte, pero su muerte debió de afectarle profundamente, ya que le inspiró su obra más personal y dramática.

La introducción del Andante Largo comienza con un acorde disminuido arpegiado seguido de una cadencia en la tonalidad principal de mi menor, que se percibe como una pregunta más que como una afirmación. A esta cadencia le sigue una melodía basada en un acorde de Do Mayor (C Mayor – ¿“C” de “Charlotte”?, cabría preguntarse...) tocada sólo con la mano izquierda, como si de la llamada de un corno en la lejanía se tratara. El resto de la introducción lo componen armonías oscuras tocadas en las cuerdas graves de la guitarra, alternadas con un motivo suspirante basado en las notas do (C) y si (B). Este motivo está también presente en el acompañamiento de la Marcha Fúnebre y, de nuevo, parece más que una simple coincidencia que estas notas representen las iniciales de Madame Beslay.

La melodía principal del Andante Largo es una de las más hermosas de Fernando Sor. Los adornos que le añade en la mano izquierda nos dan una idea de cómo debió tocar él mismo en el último periodo de su vida. A continuación sigue una sección en Sol Mayor en la que destaca la habilidad de Sor para “orquestar” la guitarra. Un largo acorde de dominante prepara el regreso a mi menor a la vez que anuncia la Marcha Fúnebre.

La estática melodía de la Marcha Fúnebre es frecuentemente interrumpida por notas que se repiten en las cuerdas al aire evocando redobles de tambor. La sección del trío en la tonalidad de Mi Mayor (la primera vez que esta tonalidad aparece en la pieza) es especialmente conmovedora: la memoria de Charlotte parece reavivar por última vez. Justo antes del final de la obra, Sor escribe sobre el pentagrama: “Charlotte, Adieu”. Son sus últimas palabras de despedida; no queda nada más que decir...

Julián Arcas fue, sin duda, el guitarrista español más famoso de su generación. Su guitarra, construida por Antonio de Torres (considerado por muchos el mejor guitarrero de todos los tiempos), era conocida como “La Leona” por su poderoso sonido. Aunque Arcas no fue un compositor muy prolífico, sí nos dejó algunas piezas que recrean coloridas imágenes de la cultura del sur de España en esos tiempos. Su Bolero, aunque breve, es un buen ejemplo, pues nos cuenta acerca del siglo XIX en Andalucía más que cualquier libro.

Si bien Juan Parga (alumno de Arcas) fue uno de los guitarristas y profesores más conocidos de su tiempo, hoy permanece casi olvidado. Nacido en Ferrol, pasó la mayor parte de su vida en Málaga. Su música es aún más folclórica que la de su profesor, Arcas, y está llena de efectos especiales, como "tambora", consistente en golpear las cuerdas o el puente con el pulgar o los dedos de la mano derecha; "pizzicato", por el que se tapan las cuerdas con la palma de la mano cerca del puente; y pasajes ejecutados solamente con la mano izquierda.

Muchas de sus piezas, como el Idilio Andaluz, contienen reminiscencias de la música para guitarra que podríamos escuchar en cualquier fiesta popular y de la atmósfera única de la música andaluza. Una notable excepción es Recuerdos de Cádiz, una fantasía elegiaca dedicada a la memoria de Arcas. Si la comparamos con la fantasía de Sor, encontramos en ella una historia muy diferente. Las notas que en la obra de Sor se repiten como redobles de tambor se transforman aquí en una tambora generando un sonido más oscuro. La pieza no termina con la esperada marcha fúnebre, sino con un vals, homenaje quizás al virtuosismo de Arcas.

Juntas, todas estas piezas nos cuentan la historia del desarrollo de un instrumento joven en el país en el que la guitarra se considera el instrumento a través del cual nos habla el alma española.

Dimitri van Halderen
Agradecimientos a Beatriz Serrano Bertos, Mario Martínez y Héctor Sánchez.
Esta grabación está dedicada a la memoria de mi Maestro Jan Wolf.

Dimitri van Halderen

El guitarrista holandés Dimitri van Halderen es conocido por la variedad de su repertorio, que abarca música para guitarra sola desde el Renacimiento hasta nuestros días. Ha actuado en formaciones distintas: con violonchelo, cuarteto de cuerda, canto y sitar; y ha colaborado con compositores en estrenos de obras para guitarra sola o trío de guitarras.

Toca la guitarra desde que tenía diez años y ha recibido una formación clásica, que ha compaginado con su afición por la música popular y el jazz. Aunque nunca ha perdido su interés por otros estilos, el encuentro en 1991 con el guitarrista Holandés Jan Wolf fue decisivo para que decidiera dedicar su vida a la música clásica. Jan Wolf se convirtió en su profesor y mentor, y su concepto filosófico de la música le influyó profundamente.

Continuó sus estudios en el Real Conservatorio de la Haya con Enno Voorhorst y Zoran Dukic, y recibió también clases de interpretación del oboísta Bart Schneemann y del compositor Cornelis de Bondt.

Como profesor de guitarra, ha dado clase en todos los niveles; y como profesor de música de cámara -aunque especializado en agrupaciones con guitarra - ha dado clase a todo tipo de formaciones.

Actualmente es catedrático de música de cámara en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca y en verano imparte clases en el curso organizado por la asociación cultural Bell´Arte Europa en Sigüenza (Guadalajara). Ha publicado un articulo sobre la técnica de la guitarra en la revista norteamericana Soundboard.